Santiago el Mayor fue el primero de los 12 apóstoles de Jesucristo en morir martirizado, cuenta la tradición que sus restos fueron trasladados a Hispania y depositados en una tumba en Gallaecia, descubierta alrededor del año 813 entre los restos de un asentamiento romano sobre el que se construyó un modesto templo que acabó convirtiéndose en la actual catedral de Santiago de Compostela. Entorno a la creencia de que el Apóstol tenía capacidad de intercesión ante Dios, surgió en la Edad Media la tercera de las grandes peregrinaciones cristianas, además de las de Jerusalén y Roma.
En la mitad occidental de la península se abrieron varios caminos a Santiago que partían de Sevilla cruzando el Sistema Central, hasta unirse en Salamanca conectándose con el camino principal de la Vía de la Plata hasta Astorga, pues era habitual utilizar antiguas rutas de comunicación comercial ya existentes como itinerarios más seguros y mejor dotados de infraestructuras.
Este camino de peregrinación jacobea que cruza la provincia Salamanca es conocido como el Camino Mozárabe o Camino del Sur, en su travesía por el valle de Sangusín, queda aledaño el pueblo de Valdefuentes de Sangusín, uno de los municipios de la Ruta del Vino de la Sierra de Francia, en el que el viajero puede hacer un alto para disfrutar de Experiencias Enoturísticas Sostenibles y entre otras actividades catar la variedad de uva autóctona Rufete, amparados bajo la DOP Sierra de Salamanca.
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La fe de los peregrinos jacobeos en los milagros de la Virgen Negra, los llevó a desviarse del recorrido directo a Santiago de Compostela a través de la Vía romana de la Plata para colmar su devoción mariana, y durante siglos el ramal que conducía al santuario de la Peña de Francia se convirtió en un itinerario de 70 kilómetros, que se iniciaba en Montemayor del Río y atravesaba nueve de los 22 municipios de la actual Ruta del Vino de la Sierra de Francia.
La popularidad de este ramal obligó a las autoridades a fomentar la creación de una infraestructura que ofreciese al peregrino protección, alojamiento y asistencia, surgiendo así albergues y hospitales en pueblos como Herguijuela de la Sierra, Miranda del Castañar o Cepeda, cuyas ruinas e historias han pasado a formar parte del patrimonio cultural del territorio y del sentir acogedor de sus gentes.
El conjunto histórico artístico de Montemayor del Río, presidido por el Castillo de San Vicente, abre la puerta a un recorrido por la Reserva de la Biosfera que comienza entre castaños, aprovechados por los artesanos cesteros, y se alza hasta Lagunilla, donde vestigios de castros y túmulos sepulcrales unen el pasado del Valle de Hornacinos con el presente de naturaleza salvaje del renovado muladar del paraje de Agualmedio, convertido en observatorio de la vida de buitres negros y leonados, habitantes éstos de Los Riscos, El Canchalazo o la buitrera del término municipal de la cercana población de Valdelageve, en la que el entorno natural aún se conserva intacto.
Por Sotoserrano pasa el camino hacia la montaña mágica de la Virgen, un lugar de encuentro de ríos, donde el paisaje extrema su imaginación en el Meandro del Melero y multitud de rutas senderistas salen al paso de los caminantes. Tocando ya sus faldas, Cepeda, cuna de Santa Teresa, recibe al visitante como antaño acogió la multiculturalidad de musulmanes y judíos, herencia de los primeros son los adornos de sus trajes típicos, las leyendas y los vestigios que se encuentran en algunos edificios del pueblo; de los segundos quedan los grabados en los dinteles reafirmando su conversión a ojos de los moradores de la Casa de la Inquisición.
Prosigue el camino sagrado por Herguijuela de la Sierra, territorio de civilizaciones, en el que la huella prehistórica quedó plasmada en 16 conjuntos arqueológicos protegidos hoy como Bienes de Interés Cultural (BIC). Zona habitada por romanos que explotaron las minas de la Sierra del Castillo, repoblada en época medieval por los reyes de León y municipio donado en 1188 por el rey Alfonso IX al arzobispado de Santiago de Compostela. Como testigo del tiempo se mantiene en pie su Haya centenaria, un árbol protegido por su singularidad y envergadura, que sobrevive en solitario como el ejemplar de esta especie más meridional de la Península Ibérica.
La peregrinación continúa hasta llegar al pequeño pueblo de Madroñal, como su nombre indica tierra abundante en madroños, con la riqueza del cerezo como emblema y la excelencia de sus vinos, jamones y embutidos ibéricos como productos estrella de la gastronomía serrana. Cuenta la leyenda que unos pastores salvaron de ahogarse al hijo del conde de Miranda y en agradecimiento les regaló los terrenos que sirvieron para fundar este pueblo de calles estrechas y empinadas que conserva el encanto del silencio y la tranquilidad de antaño.
La villa señorial de Miranda del Castañar se ve en lontananza y franquea los accesos de su muralla al conjunto histórico artístico que guardan sus calles y plazas. Esta población nacida en el siglo XII de la mano de la orden Hospitalaria de Jerusalén, más conocida como la Orden de Malta, mantiene la esencia de su pasado nobiliario adscrito a los blasones de los Zúñiga, de los condes de Miranda y en el siglo XIX a la Casa de Alba. El patrimonio que acoge su casco urbano y su castillo están también actualmente protegidos por la declaración de Bienes de Interés Cultural.
El itinerario jacobeo hace su última parada de la Ruta del Vino Sierra de Francia en el municipio de Monforte de la Sierra, cuyo Rollo de Justicia declarado BIC y datado en el siglo XV, se alza protector en la Plaza de la Fuente, recordando a los peregrinos la observancia de la ley en el camino hacia la ya cercana montaña mariana. En la cima aguarda el santuario y monasterio de la Virgen de la Peña de Francia, la historia de su descubrimiento y sus milagros y la vista espectacular de todo un valle que se desvela al visitante desde la cumbre alcanzada.
El Camino de Santiago a través de la Ruta del Vino Sierra de Francia ofrece al visitante todo un catálogo de actividades y experiencias turísticas sostenibles en los municipios que la conforman, una parada en sus pueblos promete la autenticidad de emociones enoturísticas, gastronómicas, naturales, culturales y familiares, creadas con especial esmero por nuestros socios.